Mediante cartas dirigidas a todas la universidades españolas, CEDRO
había anunciando desde hace un tiempo su intención de reclamar, aunque
fuera por vía judicial, las cantidades que, según su entender, se le
debían abonar por los derechos de autor correspondientes a los
materiales de aprendizaje que los profesores universitarios ponen a
disposición de sus alumnos a través de los campus virtuales. Finalmente,
la entidad de gestión de derechos de autor ha materializado sus
intenciones, demandando por dicho motivo a la Universidad Carlos III de
Madrid y a la Autónoma de Barcelona. En los momentos actuales de penuria
económica por la que atraviesan las universidades, lo único que faltaba
era tener que hacer frente a unas demandas de este tipo. Más si se
tiene en cuenta que la universidades ya pagan a CEDRO por las fotocopias
que se realizan con el mismo fin y, todo ello, sin olvidar que, de
hecho, el uso de los campus virtuales está sustituyendo en buena medida
las fotocopias, puesto que se está convirtiendo en una práctica habitual
el que los profesores faciliten los materiales a los alumnos a través
de dichos campus, en lugar de hacerlo a través de las copisterías.
Durante un tiempo, CEDRO y la CRUE, la entidad que agrupa todas las
universidades españolas, han estado negociando la cuestión hasta que las
negociaciones quedaron rotas. Según un comunicado oficial de la CRUE,
esta ruptura se produjo justo en el momento en que se requirió a la
entidad gestora que presentara la lista de autores que decía
representar. Probablemente, sin saberlo, con sus demandas, CEDRO esté
dando un impulso muy importante para que el sistema universitario
español adopte de forma decidida los recursos de aprendizaje abiertos.
Por recursos abiertos se entiende la metodología de elaboración y
distribución -esencialmente a través de Internet y en soportes
digitales- de materiales de aprendizaje bajo licencias del tipo Creative
Commons, elaboradas precisamente con este fin y que, respetando siempre
la atribución, permiten a los autores decidir que se puede hacer con
sus obras. Dicho de otra forma, cualquier profesora o profesor de
cualquier universidad puede optar por usar contenidos abiertos: los
puede usar, los puede traducir, modificar y adaptar a sus necesidades,
siempre y cuando respete las condiciones de la licencia de uso
correspondiente.
Por supuesto que también puede optar por elaborar y
distribuir en abierto los materiales que haya generado. El hecho es que
hay un movimiento a escala global que tiene por objetivo impulsar el uso
de esta metodología abierta para los materiales de aprendizaje
utilizados en las universidades en particular y por todo el sistema
educativo en general. Se trata de un movimiento inspirado en buena parte
en principios similares a los del software libre y, cómo este,
Internet lo hace posible. La iniciativa fue tomada en 2001 por el MIT y
ahora ya son cientos las universidades y centros de educación superior
de todo el mundo que se han adherido. De hecho, hay una cantidad
importante de repositorios con miles de recursos abiertos de calidad que
abarcan todos los ámbitos de conocimiento y que pueden ser utilizados,
modificados, distribuidos y compartidos libremente.
En Iberoamérica, la
red Universia ha impulsado, con diversas actuaciones, la adhesión a este
movimiento de las universidades miembros y, en la actualidad, hay más
de 2.000 asignaturas impartidas en dichas universidades distribuidas
como recursos abiertos que pueden ser descargadas desde los
correspondientes portales. Entre muchas otras razones, este movimiento
parte de la base que, por mucha inteligencia que pueda haber dentro de
una institución, siempre habrá más fuera y, por consiguiente, compartir
es la clave para conseguir que todos se puedan beneficiar, todo ello,
sin olvidar el escaparate que puede significar para las instituciones
mostrar en abierto los contenidos empleados en sus procesos formativos.
Se trata, en definitiva, de satisfacer, en el contexto tecnológico
actual, el principio de que el conocimiento es patrimonio de la
humanidad. En este escenario, los derechos de autor en el sentido
tradicional, vinculados a la copia, dejan de tener sentido, ya que lo
único que permanece es lo importante, al menos en el mundo académico, es
decir, el de reconocimiento de la autoría.
Así pues, las demandas de CEDRO llegan en un momento en el que los
contenidos educativos abiertos se han convertido en una realidad
incuestionable y han alcanzado un grado de madurez y de calidad
suficiente, lo cual puede acelerar que la comunidad académica se decida a
generar y usar de forma decidida este tipo de contenidos. No hay que
olvidar que el uso de las tecnologías digitales empieza a estar lo
suficientemente extendido como para que los estudiantes opten solo por
acceder a recursos en soporte digital, dejando en total desuso las
copias de papel. Seria algo más que lamentable que, dada la actual
incapacidad presupuestaria de las universidades para hacer frente a las
demandas, esta tendencia quedara paralizada por las pretensiones de las
sociedades de gestión, que, por más legítimas que puedan ser, sin duda
son también muy inoportunas.
Por otra parte, como ha pasado en el mundo
de la música, el del audiovisual y el de los libros electrónicos, de
nuevo las entidades de gestión de derechos de autor, como CEDRO, en
lugar de adaptarse al nuevo contexto creado por las tecnologías
digitales, se erigirían una vez más, en un gran obstáculo. La gran
diferencia, en el caso de las universidades, es que afortunadamente, ya
se dispone de mecanismos para solventar la situación, como el de los
recursos abiertos. Es por ello que las universidades españolas que aún
no hayan adoptado los recursos educativos abiertos, harían bien en
considerar su adopción de forma decidida e inmediata y, para las que ya
estén adheridas, también sería conveniente que adoptaran acciones
efectivas y decididas para que los únicos recursos de aprendizaje que
cuelguen en sus campus virtuales sean abiertos. Si fuera así, al final
no quedaría más remedio que agradecer a CEDRO el servicio prestado por
sus demandas.
Llorenç Valverde es vicerrector de Tecnología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
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